Para cada tipo de servicio identificado anteriormente se detallan sus propiedades funcionales, estableciendo las
características que permiten especificar el funcionamiento del servicio (agentes que intervienen, acciones que se
llevan a cabo, condiciones de activación, etc.).
Asimismo, se especifican las propiedades de calidad que constituyen el nivel de servicio, y que permiten valorar la
calidad de dicho servicio. Estas propiedades hacen referencia a la eficiencia del sistema (en relación con el tiempo y
recursos necesarios), y su fiabilidad y facilidad de uso, entre otros. Se debe determinar cuáles de estas propiedades
son cuantificables y establecer, en caso de que lo sean:
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en qué términos deben expresarse, es decir volumen, capacidad, carga de trabajo, tiempo, duración, frecuencia,
etc.
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qué unidades de medida deben utilizarse, indicando todos los supuestos relativos a las condiciones en que se
garantiza el nivel de servicio.
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